La obesidad, efectivamente, es un problema de salud pública. Es un factor de riesgo en tres de las cuatro principales enfermedades crónicas: las enfermedades cardiovasculares, la diabetes tipo 2 y ciertos tipos de cánceres.

Se ha comprobado que la persona obesa sigue todos o varios de los siguientes patrones alimentarios
- Mayor consumo de alimentos energéticos
- Alto consumo de azúcares y carbohidratos refinados (bollería, alimentos ultraprocesados, etc)
- Alto consumo de grasas trans y de alcohol
- Bajo consumo de frutas y vegetales frescos
- Sobreingesta; tamaño de las raciones de comida superior al normal.
- Reducción de la actividad física
Como consecuencia de estos patrones alimentarios, diferentes estudios han documentado que se altera de manera significativa la microbiota intestinal; este desequilibrio provoca una permeabilidad intestinal que hace que determinadas bacterias, que deben permanecer en el intestino, acaben en el sistema circulatorio, provocando una inflamación de bajo grado.

Y es que la obesidad posee ese componente inflamatorio de bajo grado caracterizado por el desequilibrio de la microbiota intestinal. Se ha visto que la mayor proporción de Firmicutes frente a bacteroidetes aumentan la capacidad de fermentar sustancias indigeribles que normalmente se eliminarían por la heces sin ser absorbidas por el organismo, pero con la alteración de esta microbiota se absorben y se obtiene más energía con la misma ingesta calórica diaria que una persona no obesa.
Estudios recientes sugieren que la flora intestinal está implicada en el control del peso y en la iniciación de la inflamación y, por lo tanto, juega un papel en la obesidad. El uso de alimentos prebióticos y la suplementación con probióticos desempeñan un papel muy interesante, porque se ha demostrado que cambian la composición de la flora intestinal y afectan a la búsqueda de un determinado alimento, mediante la modulación del apetito, ajustando el peso y la composición de las grasas del cuerpo. Estas “bacterias amistosas” regulan las funciones metabólicas en el cuerpo a través de las vías específicas, aparato digestivo, y la modulación de la comunidad bacteriana en el tránsito intestinal.

La regulación de la microbiota a través de la modificación de los hábitos alimentarios representa una nueva estrategia terapéutica para las enfermedades asociadas con la obesidad, de tal forma que será especialmente el tipo de alimento que se consuma, además de la cantidad, el que tendrá un impacto significativo sobre la modulación de la microbiota.
